En el corazón de Ciudad de México, el restaurante Lina, dirigido por la chef Mariana Villegas, se erige como un refugio sensorial donde la gastronomía se transforma en una experiencia única. Con una filosofía centrada en la «sofisticación de lo simple», Villegas ha creado un espacio donde cada elemento, desde los ingredientes hasta la atmósfera, se entrelaza para ofrecer a los comensales un viaje inolvidable. La propuesta de Lina no solo se basa en la calidad de los platillos, sino en la manera en que estos se presentan y se disfrutan, convirtiendo cada comida en una celebración de lo auténtico y lo efímero.
La chef Mariana Villegas, con su vasta experiencia en ciudades como Nueva York, París y Bangkok, ha sabido integrar influencias globales en su cocina, sin perder de vista sus raíces mexicanas. En una conversación reveladora, Villegas comparte cómo sus viajes han moldeado su visión culinaria y cómo cada lugar ha dejado una huella en su forma de entender la gastronomía. «El mundo es tan grande y diverso… Los viajes desatan mi creatividad y curiosidad», afirma, destacando la importancia de la conexión con los productos locales y la relación con los productores.
### La Filosofía de la Sofisticación de lo Simple
La premisa de «la sofisticación de lo simple» se traduce en una experiencia concreta para el comensal en Lina. Villegas explica que la belleza de la cocina radica en la autenticidad y la calidad de los ingredientes, sin necesidad de adornos innecesarios. «No hay que agregar de más a lo bueno», enfatiza, lo que refleja su compromiso con la esencia de cada platillo. En Lina, cada bocado cuenta una historia, y cada ingrediente es seleccionado con cuidado para garantizar que la experiencia sea memorable.
El menú de Lina cambia con las estaciones, lo que representa un desafío creativo constante para la chef. «Entender la temporalidad en México ha sido todo un reto», confiesa. La diversidad de climas y ecosistemas en el país hace que la disponibilidad de ciertos ingredientes varíe, lo que obliga a Villegas a adaptarse y a innovar. Este enfoque no solo resalta la riqueza de la gastronomía mexicana, sino que también permite a los comensales disfrutar de platillos frescos y en su mejor momento.
La atención al detalle es otro aspecto fundamental en la cocina de Lina. Villegas menciona que el cariño que se pone en cada receta y la dedicación a probar y ajustar los sabores son esenciales para lograr la excelencia. «Trabajamos con producto vivo. Nunca es igual un día al siguiente», explica, lo que resalta la importancia de la adaptabilidad en la cocina. Esta filosofía se refleja en el ambiente de trabajo, donde el equipo se une por su amor a la gastronomía y su compromiso con la calidad.
### Un Futuro Clásico en la Escena Culinaria
Mirando hacia el futuro, Villegas tiene una visión clara para Lina. Su objetivo no es ser un restaurante de moda, sino convertirse en un clásico de la Ciudad de México. «Queremos ofrecer calidad que perdure, que valga, pero que también evolucione con el tiempo», afirma. Esta visión implica un compromiso con la innovación y la adaptación a las necesidades de los comensales y a las dinámicas de la ciudad.
La chef también reflexiona sobre lo que necesita la escena culinaria de Ciudad de México para seguir creciendo de manera responsable. «Equipo y conciencia. Apoyarnos mutuamente —restauranteros, proveedores, productores— nos hace más fuertes a todos», sostiene. Este enfoque colaborativo es esencial para madurar como industria y garantizar un crecimiento sostenible.
Además, Villegas está emocionada por explorar nuevas posibilidades en su cocina. Revela que planea introducir helados en el menú de Lina, lo que demuestra su deseo de innovar y experimentar con nuevos sabores y texturas. Esta apertura a la creatividad y la evolución es lo que mantiene a Lina en la vanguardia de la gastronomía mexicana.
La experiencia en Lina es mucho más que una simple comida; es un viaje sensorial que invita a los comensales a sumergirse en un mundo donde la gastronomía se celebra en su forma más pura. Con Mariana Villegas al mando, el restaurante no solo se posiciona como un referente en la Ciudad de México, sino que también se convierte en un ejemplo de cómo la cocina puede ser un arte que trasciende fronteras y conecta a las personas a través de sabores y emociones.