Cada año, el 19 de septiembre se convierte en una fecha de reflexión y recuerdo para muchos en la Ciudad de México, especialmente para aquellos que vivieron la tragedia del sismo de 2017. Mariana Ramos, una voluntaria que se convirtió en testigo de la devastación, regresa al Colegio Rébsamen para rendir homenaje a las víctimas. Este acto simbólico de dejar tres rosas blancas en el lugar donde perdieron la vida 19 menores es un recordatorio de la importancia de no olvidar lo sucedido y de mantener viva la memoria de aquellos que ya no están.
La historia de Mariana es conmovedora. En la tarde del 19 de septiembre de 2017, mientras regresaba a casa a pie debido a la falta de transporte, se encontró con el derrumbe del colegio. Sin pensarlo dos veces, se unió a los esfuerzos de rescate, convirtiéndose en una de las primeras personas en ayudar. Su experiencia la marcó profundamente, y desde entonces, cada año se asegura de hacer espacio en su agenda para regresar al lugar de la tragedia. «Preparo mi mañana, para venir, dejo todo listo para ir por las rosas y venir, porque son blancas, de alguna manera porque aquí murieron varios niños», explica.
A medida que pasan los años, Mariana ha notado un cambio en la forma en que se recuerda el sismo. «Me da mucha tristeza porque otros años hubo más arreglos, y como que de alguna forma es que se va olvidando», comenta. Este sentimiento de olvido es compartido por muchos, quienes sienten que la memoria de la tragedia se desvanece con el tiempo. Sin embargo, Mariana se niega a permitir que esto suceda. Su compromiso con el recuerdo de las víctimas es firme, y su deseo es que la tragedia del Rébsamen no caiga en el olvido. «Espero que no quede en el olvido, porque esto se pudo evitar», afirma con determinación.
El sismo de 2017 no solo dejó un saldo trágico en términos de vidas perdidas, sino que también expuso las deficiencias en la construcción y la regulación de edificios en la Ciudad de México. A lo largo de los años, se han llevado a cabo investigaciones y juicios relacionados con la tragedia. Recientemente, se han dictado sentencias a varios responsables, incluyendo al director de obra del colegio, quien fue sentenciado a más de diez años de prisión por su papel en el colapso del edificio. Sin embargo, muchos familiares de las víctimas sienten que aún falta justicia y que las sentencias no son suficientes para reparar el dolor causado.
El acto de recordar y rendir homenaje a las víctimas del Colegio Rébsamen es un esfuerzo colectivo que involucra a familiares, amigos y a la comunidad en general. Cada año, se organizan eventos y ceremonias en el lugar, donde se invita a las personas a compartir sus recuerdos y reflexiones sobre lo ocurrido. Estos actos no solo sirven para honrar a los que perdieron la vida, sino también para crear conciencia sobre la importancia de la seguridad en la construcción y la necesidad de reformas en la legislación que protejan a los ciudadanos.
La memoria del sismo de 2017 sigue viva en la mente de muchos, y aunque el tiempo avanza, el compromiso de recordar y aprender de la tragedia es más fuerte que nunca. Mariana, como muchos otros, se convierte en un símbolo de resistencia y esperanza, recordando que cada rosa blanca que deja en el Colegio Rébsamen representa no solo a las víctimas, sino también a la lucha por un futuro más seguro y consciente.
La importancia de estos homenajes radica en que no solo se trata de recordar el pasado, sino de construir un futuro donde tragedias como la del Rébsamen no se repitan. La comunidad sigue unida en su deseo de justicia y en su compromiso de mantener viva la memoria de aquellos que perdieron la vida en el sismo. A medida que se acerca el aniversario, la voz de Mariana y de muchos otros resuena con fuerza, recordando que la memoria es un acto de amor y resistencia que nunca debe ser olvidado.