En el corazón de Washington D.C., las paredes han cobrado vida como un lienzo de resistencia y descontento. Desde que el presidente Donald Trump tomó el control de la Policía Metropolitana y desplegó a la Guardia Nacional en un intento por combatir lo que él denomina una «ola de crímenes», los habitantes de la capital estadounidense han respondido con creatividad y valentía. Carteles, pegatinas y grafitis adornan las calles, convirtiéndose en un símbolo de la oposición a la militarización de la ciudad.
La situación en Washington ha llevado a muchos a expresar su descontento de maneras innovadoras. Trina, una maestra jubilada, señala que estos actos de rebeldía son reconfortantes en tiempos difíciles. La ciudad, que ha sido un epicentro de la política y el activismo, ahora se encuentra en una encrucijada, donde la expresión artística se convierte en una forma de resistencia. Los mensajes que aparecen en las paredes son variados, desde el contundente «FDT» (siglas en inglés de ‘Que jodan a Donald Trump’) hasta el llamativo «Liberen a DC», que se puede ver en varios puntos estratégicos de la ciudad.
Uno de los ejemplos más emblemáticos de esta resistencia es el grafismo que homenajea al «Chico de los Sándwiches», un ciudadano que se enfrentó a las fuerzas federales con un bocadillo en la mano. Este acto, que se ha vuelto viral, simboliza la lucha de los residentes contra la opresión y la militarización. Sean Charles Dunn, el hombre detrás de este gesto, ha sido objeto de atención mediática tras ser acusado de un delito grave por su acto de desafío. Sin embargo, para muchos en Washington, su acción es vista como un acto heroico que refleja el espíritu de la ciudad.
La respuesta de la comunidad ha sido abrumadora. En barrios como Noma, Adams Morgan y Dupont Circle, los residentes han llenado las calles con mensajes de protesta. Las pancartas que se ven en las manifestaciones incluyen frases como «No te metas con D.C. o te ganas un sándwich» y «Un pequeño sándwich para el hombre… un gran gesto para la democracia». Estas expresiones artísticas no solo son un medio de protesta, sino que también sirven para unir a la comunidad en un momento de crisis.
La militarización de Washington ha sido justificada por Trump como una medida necesaria para combatir el crimen. Sin embargo, las estadísticas locales cuentan una historia diferente. Según las autoridades de la ciudad, los crímenes violentos han disminuido en un 26% en el primer semestre de 2025 en comparación con el año anterior. Esta discrepancia ha llevado a un creciente descontento entre los residentes, quienes sienten que la intervención federal es innecesaria y perjudicial.
Una encuesta reciente revela que aproximadamente el 80% de los residentes de Washington se oponen a la militarización de la Policía Metropolitana. Este descontento se ha traducido en una serie de protestas artísticas que desafían la narrativa del gobierno. Los mensajes que se pueden ver en las calles incluyen frases como «Fuera fascistas de D.C.» y «Trump debe irse ya», reflejando la frustración de una población que se siente cada vez más alienada por las decisiones del gobierno federal.
El arte de la protesta en Washington no es un fenómeno nuevo. La ciudad ha sido históricamente un lugar donde el activismo artístico florece. Desde instalaciones efímeras hasta murales provocativos, los residentes han utilizado el arte como una herramienta para expresar su descontento. En este contexto, la aparición de esculturas y grafitis que critican a Trump y su administración se ha vuelto cada vez más común. Una de las instalaciones más llamativas es una escultura de bronce que representa un escritorio con un excremento encima, un recordatorio del asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.
Además de los mensajes políticos, las paredes de Washington también ofrecen información práctica para aquellos que pueden verse afectados por la intervención federal. Instrucciones sobre cómo actuar durante un encuentro con agentes de migración y mensajes en español que afirman «Todos tenemos derechos, no importa el estatus» son ejemplos de cómo el arte se convierte en una herramienta de empoderamiento y educación para la comunidad.
En medio de esta agitación, Washington D.C. se ha convertido en un laboratorio de resistencia creativa. La combinación de arte y activismo ha permitido a los residentes expresar su descontento de manera efectiva y creativa. A medida que la situación continúa evolucionando, es probable que la ciudad siga siendo un escenario de resistencia y creatividad, donde cada pared cuenta una historia de lucha y esperanza.