En un acto de valentía y visibilidad, un grupo de mujeres y hombres trans se manifestaron en el Metro de la Ciudad de México, exigiendo el respeto a sus derechos y la eliminación de la discriminación que enfrentan en espacios públicos. La protesta, que tuvo lugar en la Glorieta Insurgentes, fue una respuesta directa a un incidente ocurrido el 12 de agosto, cuando a Alexa Andrade, una mujer trans, se le negó el acceso a los vagones exclusivos para mujeres y menores, bajo la instrucción de una oficial de la Policía Bancaria e Industrial. Este evento ha puesto de manifiesto la necesidad urgente de abordar la transfobia y la violencia que sufren las personas trans en el país.
La manifestación, que reunió a decenas de personas de la comunidad LGTBI+, fue un llamado a la acción para visibilizar la realidad que enfrentan las mujeres trans en México. Natalia Olimpia, del colectivo organizador Murciélagos Resilientes, enfatizó que «no representamos un peligro en los espacios de mujeres». Esta afirmación busca desmantelar los prejuicios que alimentan la violencia y la discriminación hacia las personas trans. La activista destacó que el acceso a espacios seguros es vital, ya que muchas mujeres trans sufren acoso y maltrato físico y psicológico en su vida cotidiana.
La protesta también sirvió para exigir la sensibilización del personal del Metro y de las fiscalías, que, según Olimpia, «no tienen ni idea de cómo tratarnos». Este llamado a la capacitación es crucial, dado que muchas personas trans han sido víctimas de violencia por parte de las autoridades. La manifestación no solo fue un acto de resistencia, sino también una oportunidad para educar y crear conciencia sobre los derechos de las personas trans en México.
La violencia contra las personas trans en México es alarmante. Según datos del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio contra personas LGTBI, entre 2014 y 2025 se han registrado al menos 739 casos de asesinatos y desapariciones de personas de la diversidad sexual y de género. Este contexto de violencia ha llevado a la comunidad a unirse y alzar la voz en busca de justicia y reconocimiento.
La solidaridad entre las diferentes identidades de género fue evidente durante la marcha. Hombres trans también participaron, entregando flores a las usuarias del transporte público como un gesto de apoyo. Zai Uranga, un hombre trans que vivió como mujer durante 24 años, expresó la necesidad de crear espacios seguros para todos. «Cualquier forma de feminidad en esta sociedad es transgredida», afirmó, subrayando la interseccionalidad de la lucha por los derechos de las personas trans.
La manifestación también fue un momento para reflexionar sobre el impacto de los discursos de odio que proliferan en la sociedad. Uranga mencionó que, tras el incidente con Alexa, se han reportado varios asesinatos de mujeres trans en un corto período de tiempo, lo que evidencia que las palabras tienen consecuencias reales. La activista Camila D. Aurora, directora de un corto viral que aborda la temática trans, también se unió a la protesta, destacando que la inseguridad es una constante para las mujeres trans en la Ciudad de México. «No estamos seguras en la Ciudad de México, este lugar es simplemente la pantalla», comentó, refiriéndose a la imagen de la ciudad como un espacio amigable para la comunidad LGTBI.
La lucha por la inclusión y el respeto a los derechos de las personas trans es un tema que sigue siendo relevante en la sociedad actual. La manifestación en el Metro de la Ciudad de México es un recordatorio de que, a pesar de los avances en algunos aspectos, aún queda un largo camino por recorrer para garantizar la seguridad y el respeto de todas las identidades de género. Las voces de las personas trans deben ser escuchadas y sus derechos deben ser defendidos, no solo en el ámbito público, sino también en la legislación y en la cultura.
La comunidad LGTBI+ continúa enfrentando desafíos significativos, pero actos como el de esta manifestación demuestran que la resistencia y la lucha por la igualdad son más fuertes que nunca. La visibilidad y la solidaridad son herramientas poderosas en la búsqueda de un mundo más justo e inclusivo para todos, donde cada persona, independientemente de su identidad de género, pueda vivir sin miedo y con dignidad.