En un acto de protesta que resonó en las calles de la Ciudad de México, un grupo de jóvenes se unió para marchar en defensa de dos causas fundamentales: la paz en el país y la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales. La manifestación, que tuvo lugar el 8 de noviembre de 2025, reunió a miles de personas que, con pancartas y consignas, exigieron un alto a la violencia que ha azotado a México en los últimos años.
La marcha comenzó en el emblemático Ángel de la Independencia y se dirigió hacia el Hemiciclo a Juárez, un recorrido que simboliza la lucha por los derechos humanos y laborales. Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, expresaron su preocupación por la creciente violencia en el país, que ha cobrado la vida de activistas y periodistas, así como el reclutamiento de menores por parte del crimen organizado. La situación ha llevado a muchos a sentir que su derecho a vivir en paz está siendo vulnerado.
### La voz de la juventud en la lucha por la paz
Durante la marcha, los participantes hicieron eco de sus demandas a través de consignas que resonaban en las calles. «¡No más muertes! ¡No más violencia!», gritaban, mientras llevaban pancartas que exigían justicia y seguridad. Miguel Meza, fundador del proyecto «Narcopolíticos», fue uno de los asistentes que destacó la importancia de la movilización. «La muerte de Carlos Manzo es un punto que no podemos tolerar. Lo mató la tolerancia del narcoestado y la colusión del gobernador y las autoridades de seguridad», afirmó Meza, quien enfatizó que la lucha debe ser colectiva y que todos los partidos políticos deben romper con el pacto que tienen con el crimen organizado.
La violencia en México ha alcanzado niveles alarmantes, y los jóvenes sienten que es su responsabilidad alzar la voz. Arency, otra de las manifestantes, subrayó que «defender los derechos humanos es algo que debemos hacer todos como personas, sin importar la ideología política». Su mensaje fue claro: el derecho a una vida digna y segura es un derecho fundamental que debe ser respetado por todos.
La marcha también se vio marcada por la diversidad de organizaciones que se unieron a la causa. Grupos como el Centro de Estudios Anticomunistas, el Frente por la Vivienda Joven y el Partido Comunista Revolucionario, entre otros, se hicieron presentes, mostrando que la lucha por la paz y los derechos laborales trasciende las fronteras ideológicas.
### La jornada laboral de 40 horas: un derecho necesario
Además de la exigencia de paz, los jóvenes también abogaron por la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales. Esta demanda se enmarca en un contexto donde muchos trabajadores enfrentan largas jornadas que afectan su calidad de vida. La propuesta de una jornada laboral más corta busca no solo mejorar las condiciones de trabajo, sino también fomentar un equilibrio entre la vida personal y profesional.
La movilización por la jornada de 40 horas laborales ha ganado fuerza en los últimos años, y los jóvenes consideran que es un paso necesario hacia la equidad y la justicia social. La participación de grupos estudiantiles y organizaciones laborales en la marcha demuestra que esta causa ha resonado entre las nuevas generaciones, quienes buscan un futuro más justo y equitativo.
Sandra, otra de las participantes, expresó su frustración ante la situación actual: «Ya estamos hartos de esta violencia, de peligro y de discriminación». Su comentario refleja el sentir de muchos jóvenes que ven en la movilización una forma de hacer frente a un sistema que, a su juicio, ha fallado en garantizar su seguridad y bienestar.
La marcha no solo fue un espacio para exigir cambios, sino también un momento de reflexión sobre la importancia de la unidad entre los jóvenes. A pesar de que algunos intentaron vincular esta protesta con la «Marcha de la Generación Z» programada para el 15 de noviembre, los organizadores de la manifestación dejaron claro que su objetivo era distinto y que no se alineaban con movimientos que pudieran desvirtuar sus demandas.
La participación activa de los jóvenes en estas manifestaciones es un indicativo de un despertar colectivo que busca transformar la realidad del país. La lucha por la paz y los derechos laborales es solo una parte de un movimiento más amplio que busca cambiar la narrativa en México, donde la violencia y la injusticia han sido la norma durante demasiado tiempo.
A medida que la marcha avanzaba, los jóvenes continuaron expresando su deseo de un cambio real. La energía y la determinación que se sentían en el aire eran palpables, y muchos de los asistentes coincidieron en que este tipo de movilizaciones son esenciales para visibilizar sus demandas y presionar a las autoridades para que actúen.
La marcha del 8 de noviembre no solo fue un llamado a la acción, sino también un recordatorio de que la juventud tiene el poder de influir en el futuro del país. Con su voz unida, estos jóvenes están decididos a luchar por un México más seguro, justo y equitativo, donde todos puedan vivir sin miedo y con dignidad.
