Helen Drutt es una figura emblemática en el mundo de la artesanía contemporánea, cuya influencia se extiende más allá de su rol como fundadora y curadora. Su vida y obra son un testimonio de cómo los objetos pueden ser portadores de historias y emociones. A través de su pasión por los sombreros, Drutt ha encontrado una forma única de expresarse, convirtiendo cada pieza en un vínculo con su pasado y sus recuerdos.
La trayectoria de Helen Drutt es rica y variada. Desde la fundación de su galería en Filadelfia en 1973, ha sido pionera en la promoción de la cerámica, el vidrio, la joyería y el textil, elevando su estatus al mismo nivel que el de la pintura y la escultura. Su galería no solo fue un espacio para exhibir arte, sino también un refugio para artistas emergentes que más tarde se convertirían en referentes en el mundo del arte. Drutt ha sido un puente entre culturas, conectando a artistas de Europa, Asia y Australia con el público americano.
### La Pasión por los Sombreros
Uno de los aspectos más fascinantes de la vida de Helen Drutt es su amor por los sombreros. Para ella, cada sombrero es más que un simple accesorio; es una forma de arquitectura emocional. Drutt recuerda vívidamente momentos de su infancia relacionados con los sombreros, como cuando su madre moldeaba uno de terciopelo marrón o cuando su padre le dejó un sombrero Borsalino con una nota que decía: “Finalmente este es tuyo. Para siempre, tú papá”. Estos recuerdos son la base de su conexión con los sombreros, que para ella son símbolos de identidad y expresión personal.
La manera en que Drutt elige sus sombreros refleja su personalidad y su estado de ánimo. Prefiere los sombreros con borde, que enmarcan su rostro y la protegen del sol. En invierno, opta por los de fieltro, mientras que en verano prefiere los de paja. Aunque tiene una aversión hacia los turbantes, su amor por los sombreros vintage es evidente, ya que los considera un homenaje a los animales que han sido parte de su historia. Cada sombrero en su colección, que supera los 150, tiene su propia historia y significado, y muchos de ellos están cuidadosamente guardados en cajas transparentes que parecen esculturas geométricas.
Drutt no solo colecciona sombreros; vive con ellos. Cada pieza es un recordatorio de momentos significativos en su vida. Por ejemplo, su sombrero de pavo real, adquirido en Múnich, la inspiró a crear una chaqueta que combinara con él, demostrando su capacidad para transformar lo cotidiano en algo extraordinario. Para ella, los sombreros son vínculos a los recuerdos, encapsulando experiencias y emociones que van más allá de la moda.
### La Vida Cotidiana de una Alquimista
A sus ochenta y tantos años, Helen Drutt continúa trabajando con la misma pasión y disciplina que la han caracterizado a lo largo de su vida. Se levanta cada mañana antes de las 6, disfruta de un té con leche y se sumerge en su trabajo, que incluye responder cartas, editar ensayos y organizar su vasta biblioteca. Su rutina diaria es un reflejo de su compromiso con el arte y sus amigos, a quienes valora profundamente.
Drutt ha encontrado un equilibrio entre su vida personal y profesional. Aunque evita el alcohol y la comida chatarra, no se priva de disfrutar de la compañía de sus seres queridos ni de la belleza del arte. Su enfoque hacia la vida es un recordatorio de que la verdadera elegancia reside en conocerse a uno mismo y en la capacidad de expresarlo a través de los objetos que elegimos. Cada sombrero que elige cada mañana es una declaración de su identidad y una forma de enfrentar el día con optimismo.
La filosofía de Helen Drutt sobre los sombreros y su conexión con los recuerdos nos invita a reflexionar sobre el significado de los objetos en nuestras vidas. En un mundo donde la moda a menudo se ve como superficial, Drutt nos recuerda que cada prenda, cada accesorio, puede contar una historia. Su vida es un testimonio de cómo el arte y la memoria pueden entrelazarse, creando una narrativa rica y significativa que trasciende el tiempo. A través de su trabajo y su amor por los sombreros, Helen Drutt ha demostrado que la elegancia no se trata solo de apariencia, sino de la profundidad de nuestras experiencias y la autenticidad de quienes somos.
