En un reciente encuentro con su gabinete de ministros, el presidente colombiano Gustavo Petro expresó su descontento y frustración por la falta de resultados en la gestión gubernamental. Durante la reunión, que se extendió hasta la medianoche, Petro no escatimó en críticas hacia sus colaboradores, señalando que se siente traicionado por ellos, especialmente en lo que respecta a la atención a regiones vulnerables como el Chocó, uno de los departamentos más empobrecidos del país.
El mandatario cuestionó abiertamente a su equipo sobre el abandono que sufre el Chocó, comparando su situación con la de administraciones anteriores. «¿Por qué me tienen al Chocó así, abandonado, como si ustedes fuesen (el ex presidente Iván) Duque o el gobierno de la oligarquía?», se preguntó Petro, enfatizando que no puede continuar con un gabinete que, a su juicio, traiciona los principios de su administración.
### La Gestión del Gabinete y la Crítica a los Ministros
Gustavo Petro ha tenido un gabinete cambiante desde que asumió la presidencia, con más de 50 ministros en su administración. Esta inestabilidad ha sido objeto de críticas tanto dentro como fuera del gobierno. En esta ocasión, el presidente no solo se centró en el Chocó, sino que también dirigió sus críticas hacia el Ministerio de Transporte, al que acusó de considerar la inversión en infraestructura como un gasto social, en lugar de una inversión necesaria para el desarrollo del país.
«El Ministerio de Transporte hizo todo en contra del gobierno del presidente Petro. Una trampa completa, por eso saqué a la ministra», afirmó, refiriéndose a la reciente destitución de María Constanza García, quien ocupó el cargo por un corto período. Esta situación refleja la creciente tensión entre el presidente y su equipo, así como la presión que enfrenta Petro para cumplir con las expectativas de sus electores.
Además, el presidente hizo hincapié en que hay funcionarios en su gabinete que, según él, han sido colocados con la intención de sabotear su programa de gobierno. Esta acusación sugiere una falta de confianza en su equipo y plantea interrogantes sobre la lealtad de algunos de sus miembros. La situación se complica aún más cuando se considera que Petro ha prometido un cambio radical en la forma de gobernar, lo que requiere un compromiso total por parte de sus ministros.
### Cambios en la Diplomacia Colombiana
En medio de estas críticas, Gustavo Petro también abordó el tema de la diplomacia colombiana, pidiendo a su canciller, Laura Sarabia, que elimine los requisitos para ser embajador, como el dominio de idiomas extranjeros. «Cualquier hijo de obrero puede ser embajador; no les gusta, pues este es el ‘Gobierno del cambio'», declaró, enfatizando que la capacidad de un embajador no debería estar determinada por su origen social o su habilidad para hablar otros idiomas.
Esta postura ha generado un debate sobre la idoneidad de los embajadores y la importancia de la experiencia en relaciones internacionales. Petro argumenta que un embajador proveniente de un contexto humilde podría tener una conexión más genuina con la población y, por ende, ser más efectivo en su labor. Sin embargo, esta visión también ha sido criticada por quienes consideran que la diplomacia requiere un conocimiento profundo de las dinámicas internacionales y habilidades específicas que no todos poseen.
El presidente también se refirió a la reciente anulación del nombramiento de Armando Benedetti como embajador ante la FAO, un hecho que ha generado controversia. Benedetti, quien dejó su cargo en la FAO para regresar a Colombia, fue criticado por no cumplir con los requisitos lingüísticos, lo que llevó a Petro a cuestionar la validez de tales exigencias. «Le pedí a la canciller que quité todos los requisitos para ser embajador y embajadora de Colombia porque están usurpando o violando la norma constitucional», afirmó, defendiendo su visión de un gobierno más inclusivo y accesible.
La situación actual del gabinete de Gustavo Petro refleja una crisis de confianza y un llamado urgente a la acción. Con un mandato que busca transformar la realidad social y económica de Colombia, el presidente se enfrenta al desafío de alinear a su equipo con sus objetivos y garantizar que se cumplan las promesas hechas a la ciudadanía. La presión por resultados es palpable, y el tiempo corre en contra de un gobierno que busca dejar una huella significativa en la historia del país.