La situación energética en Cuba ha alcanzado niveles críticos, con apagones que afectarán a casi la mitad del país durante el día de hoy, 2 de junio. Según la compañía estatal Unión Eléctrica (UNE), se estima que el 49% de la población sufrirá cortes de electricidad en el horario de mayor consumo, que se extiende desde la tarde hasta la noche. Esta crisis, que se ha intensificado desde mediados del año pasado, se atribuye a la obsolescencia de las centrales termoeléctricas y a la falta de combustible y divisas para su importación.
Los apagones en Cuba han llegado a durar hasta 20 horas diarias en algunas regiones, mientras que en la capital, La Habana, los cortes oscilan entre cuatro y cinco horas. En los últimos siete meses, el país ha experimentado cuatro apagones nacionales, de los cuales la recuperación ha tomado días. La UNE ha calculado que, en el horario pico, la capacidad máxima de generación eléctrica es de 1,840 megavatios (MW), mientras que la demanda alcanza los 3,450 MW. Esto resulta en un déficit de 1,610 MW, lo que obliga a desconectar 1,680 MW para evitar apagones desordenados. Es importante señalar que, en muchas ocasiones, los valores reales de desconexión superan las previsiones oficiales.
La situación se agrava aún más con el hecho de que actualmente ocho de las 20 unidades de producción termoeléctrica están fuera de servicio debido a averías o mantenimiento. Además, 49 centrales de generación distribuida están inactivas por falta de combustible, lo que pone de manifiesto la fragilidad del sistema eléctrico cubano. Expertos independientes han señalado que la crisis energética es resultado de una infrafinanciación crónica en el sector eléctrico, que ha estado bajo control estatal desde la revolución de 1959. Aunque el Gobierno cubano atribuye parte de la crisis a las sanciones impuestas por Estados Unidos, diversos análisis sugieren que se necesitarían entre 8 y 10 millones de dólares para revitalizar la red eléctrica.
La crisis energética no solo afecta la calidad de vida de los cubanos, sino que también tiene un impacto significativo en la economía del país. Según estimaciones del propio Gobierno, la economía cubana se contrajo un 1.9% en 2023 y no mostró crecimiento en el año anterior. El Producto Interno Bruto (PIB) de la isla se mantiene por debajo de los niveles de 2019 y se prevé que no supere esos niveles en 2025, con un crecimiento proyectado del 1%.
Los apagones han sido un catalizador para el descontento social en Cuba, vinculándose a las protestas más significativas de los últimos años. Las manifestaciones de julio de 2021, así como las de agosto de 2022 en La Habana y Nuevitas, y las de marzo de 2024 en Santiago de Cuba, han estado motivadas en gran parte por la crisis eléctrica. Recientemente, se han registrado protestas menores en localidades como Pinar del Río y Bayamo, donde los ciudadanos expresan su frustración no solo por los apagones, sino también por la escasez de insumos básicos como alimentos, medicinas y combustible, que son consecuencia de la crisis generalizada que atraviesa el país.
La situación actual en Cuba plantea serios desafíos para el Gobierno, que enfrenta la presión de una población cansada de los constantes cortes de electricidad y la falta de recursos. La combinación de una infraestructura envejecida, la falta de inversión y las restricciones externas han creado un panorama complicado que requiere atención urgente. La comunidad internacional observa con preocupación cómo esta crisis energética podría afectar la estabilidad social y económica de la isla, mientras los cubanos continúan lidiando con las consecuencias de un sistema eléctrico en crisis.