La salud mental de Rolando Gutiérrez se deterioró en los últimos meses tras escuchar las malas noticias sobre la persecución de agentes migratorios en contra de la comunidad migrante. Aunque él es ciudadano estadounidense, se lo tomó personal: se sintió perseguido, amenazado de muerte. Hasta el día en que él mismo desapareció. Al salir de su casa vestía pantalón de mezclilla y una playera violácea, desfajada. Mochila al hombro, lentes oscuros. Así salió y ya no volvió desde el 30 de agosto. Su madre lo reportó, pero su ficha no está registrada en NamUs, acrónimo inglés del Sistema Nacional de Personas Desaparecidas y No Identificadas de Estados Unidos.
La situación se agrava con la reciente eliminación de información clave sobre personas desaparecidas, especialmente en la comunidad hispana. A pesar de que el Instituto de Investigación Científica (RTI por sus siglas en inglés) reconoce que cada año desaparecen 600 mil personas en EE. UU., el gobierno ha recortado drásticamente la información disponible en la base de datos de NamUs. Actualmente, solo aparecen 25 mil 733 personas no localizadas, 15 mil 451 cuerpos no identificados y 20 mil 992 sin reclamar. Sin embargo, el número de casos activos de desaparecidos hispanos ha sido severamente reducido, lo que ha llevado a la comunidad a cuestionar la transparencia y la eficacia del sistema.
La eliminación de información sobre los desaparecidos hispanos es alarmante. Las autoridades han quitado detalles cruciales como la última fecha de contacto con familiares, el lugar donde fueron vistos por última vez, la edad, las características físicas y las fotos. Esto no solo dificulta la búsqueda de estas personas, sino que también crea un ambiente de desconfianza entre la comunidad migrante y las autoridades. La madre de Rolando, María Vázquez, ha denunciado que la policía le aseguró que su hijo estaba reportado en el sistema, pero al buscarlo, se encontró con que no había rastro de él. Esto ha llevado a muchas familias a realizar búsquedas por su cuenta, utilizando redes sociales y otros medios para intentar localizar a sus seres queridos.
La situación es aún más preocupante cuando se considera el impacto psicológico que estas desapariciones y la falta de información pueden tener en la comunidad. Thomas Martin, quien administra la base de datos de NamUs, ha reconocido que muchas agencias del orden público carecen de los recursos necesarios para gestionar el volumen y la complejidad de estos casos. Esto ha llevado a que muchos casos permanezcan sin resolver durante largos períodos, creando lo que se ha denominado el «desastre masivo silencioso» de la nación.
La realidad de las desapariciones en Estados Unidos es un reflejo de un problema más amplio que afecta a la comunidad hispana. Con un número creciente de ciudadanos no localizados, la situación se asemeja a la crisis de desapariciones en México, donde se reportan más de 28 mil personas desaparecidas. Aunque las causas pueden ser diferentes, la preocupación es la misma: la falta de atención y recursos para abordar este problema crítico.
El miedo y la desconfianza hacia las autoridades también juegan un papel importante en la crisis de desapariciones. Alberto Godínez, un activista en California, ha señalado que muchos migrantes viven con un profundo temor a las autoridades estadounidenses, lo que les impide denunciar las desapariciones. Este temor se ve exacerbado por la percepción de que las autoridades locales pueden ponerse en contacto con el gobierno federal, lo que podría resultar en la deportación de aquellos que están en situación irregular.
La situación de Rolando Gutiérrez es un claro ejemplo de cómo el miedo y la ansiedad pueden llevar a la desaparición de personas, incluso aquellas que son ciudadanos estadounidenses. Su madre ha compartido que su hijo comenzó a experimentar delirio de persecución, un trastorno mental que puede ser exacerbado por la exposición constante a noticias sobre redadas y persecuciones. Esta psicosis puede llevar a las personas a tomar decisiones drásticas, como huir o esconderse, lo que a su vez puede resultar en su desaparición.
La falta de recursos y apoyo para la salud mental en la comunidad migrante es otro aspecto que debe ser abordado. Godínez ha propuesto que los consulados mexicanos en Estados Unidos incluyan profesionales de salud mental para atender a migrantes que enfrentan estrés postraumático y ansiedad severa. Sin embargo, hasta ahora, los consulados han dependido de organizaciones externas sin fines de lucro para brindar este tipo de apoyo.
La desaparición de información sobre personas desaparecidas en la base de datos de NamUs ha dejado a muchas familias en la incertidumbre. Aunque algunas fichas aún están disponibles, la falta de detalles y la eliminación de información clave dificultan la búsqueda de estas personas. La comunidad hispana se enfrenta a un doble desafío: la lucha por la visibilidad de sus desaparecidos y la necesidad de abordar el impacto psicológico que estas experiencias tienen en sus vidas.
La situación es crítica y requiere atención inmediata. La falta de recursos, la desconfianza hacia las autoridades y el impacto psicológico de las desapariciones son problemas que deben ser abordados de manera integral. La comunidad migrante merece un sistema que no solo busque a sus desaparecidos, sino que también brinde el apoyo necesario para enfrentar el trauma que estas experiencias generan. La lucha por la justicia y la visibilidad de las personas desaparecidas en la comunidad hispana continúa, y es esencial que se tomen medidas para garantizar que estas voces sean escuchadas y que se actúe en consecuencia.